La nueva crisis de ERC
Desde que tengo memoria, ERC siempre entra en crisis cuando el país se siente impotente para vehicular sus aspiraciones, después de haber pasado por todas las fases de la comedia y el cinismo. Pasó a mediados de los años ochenta, cuando se vio que la autonomía servía más para vigilar el país que no para impulsarlo. Volvió a pasar en los años noventa, cuando Quebec puso la autodeterminación en el mapa. Y después durante el segundo tripartito, cuando quedó claro que el PSC era un partido de obediencia española, y que Carod-Rovira y Joan Puigcercós no eran más patriotas que los dirigentes de la vieja CiU.
Como ya he escrito un par de veces, el autonomismo empezó a morir el día que las bases de ERC forzaron a la dirección del partido a posicionarse contra el Estatut. El régimen del 78 salvó la situación por los pelos, pero el texto nuevo no cuajó y esto permitió que el país se pudiera concentrar sin muchas discusiones en las consultas populares. Si ERC hubiera apoyado el Estatut pactado por Mas y Zapatero, la Catalunya oficial habría quedado maniatada por una generación y no creo que el PP hubiera llevado el texto estatutario a los tribunales —o que la sentencia hubiera sido la misma.
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