Gestionar el miedo
Hay que huir un ratito de nuestro país para mirar a Europa y después devolver el boomerang hacia la tribu. Hace solo una semana, Mario Draghi, antiguo presidente del Banco Central Europeo, entregaba un libraco de cuatrocientas páginas (de esos que no se lee ni Dios) a Ursula von der Leyen, donde se retrata la lenta pero inevitable agonía económica del Viejo Continente. "Por primera vez desde la Guerra Fría, tenemos que sufrir de forma genuina por nuestra existencia", decía el italiano a la capataz de Europa, con ese rostro de águila vaticana que te anuncia por igual una fiebre leve que la necesidad de llamar a un fraile de guardia, recordando que Europa tendrá que aumentar en un 5% el presupuesto e invertir urgentemente en nuevas tecnologías si no quiere mirar a América y a China desde regional. De las cincuenta primeras empresas en esto de los chips, afirmaba Draghi, solo cuatro son europeas.
El diagnóstico parece demoledor; sin una transformación industrial a gran escala, Europa no será capaz de mantener su modelo (ya muy cojo) de cohesión social y puede tercermundizarse de una forma alarmante. Lo resaltaba hace muy poco el historiador Gavin Mortimer en The Spectator: "Si Francia fuera un ente federado de EE.UU., su renta per cápita se encontraría entre Idaho y Arkansas, el........
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