Demasiado tarde
A menudo llegamos demasiado tarde a las cosas. La rutina nos manda preguntar "¿cómo estás?" al amigo, e importa un carajo lo que nos responda. Si dice que "bien", seguiremos con la conversación, y si se da el caso contrario, dedicaremos un pelín más de tiempo para decirle que "no pasa nada", que "todo irá mejor" y santas pascuas. Pero no, sí que pasa algo y sí que alguna cosa (o todas) todavía pueden ir peor. Somos cobardes por naturaleza y solo escuchamos la salmodia de nuestra tristeza de tres al cuarto; sería más conveniente, aunque el otro tan solo insinúe un gramo de desdicha, sacudirle la osamenta hasta que nos acabe contando cuál es el problema. También deberíamos implicarnos a fondo, sobre todo si nos tildamos de amigos a nosotros mismos. Escuchar, quizás bastaría con escuchar sin ningún tipo de paternalismo ni de prejuicios. Si hiciéramos eso, quién sabe si lograríamos calmar la tormenta o, al menos, anclar la nave en el mar.
Pero no lo hacemos y llegamos tarde. Intuimos que, bajo........
© ElNacional.cat
visit website