De Palestina a Argentina y de Sánchez a Milei
El presidente del gobierno de España utiliza la política exterior en su exclusivo interés, como si se tratase de un instrumento más de su estrategia política interna y el ministro de Asuntos Exteriores se pliega a la misma, como si no fuera diplomático de carrera. Hay varias situaciones que respaldan esta afirmación, pero basta referirse a las dos más recientes, el reconocimiento del Estado de Palestina y el choque diplomático con Argentina. En ambas, la política exterior ha quedado convertida en una política de gobierno o de partido y, en el segundo de los casos, podríamos decir, incluso, que en algo de carácter personal o familiar, al margen del interés general.
El ministro de Asuntos Exteriores nunca ha llamado al principal partido de la oposición para consensuar una agenda en política exterior que la configurase como una acción de Estado, una política que trascendiese a los partidos, o mejor, a los gobiernos que se sucedan. En este sentido, podemos referirnos al cambio radical en la posición española sobre el Sáhara Occidental, la presidencia de turno de la Unión Europea, el envío de ayuda militar a Ucrania que, por referirnos al último, ha superado los 1.000 millones de euros, al contencioso de Gibraltar o al mencionado del reconocimiento de un Estado Palestino. Nada de esto ha merecido para el ministro de Exteriores........
© elEconomista
visit website