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Al profesor Juan Manuel

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20.12.2025

Cuando Martí, mi hijo mayor, era muy pequeño, casi a medianoche en una tele en blanco y negro, escuché a mi maestro decir que, a los niños que nos toca criar, “nada ni nadie puede impedir que sufran, que las agujas avancen en el reloj; que decidan por ellos, que se equivoquen, que crezcan y que un día, nos digan adiós”.

Años más tarde, cuando Mariana decidió irse de casa a vivir por su cuenta, oí de nuevo sus palabras. No lo sabía decir como él, pero estaba en mis adentros: ¿“Qué va a ser de ti, lejos de casa; nena qué va a ser de ti”? La hija, para bien, se fue, aunque es verdad que: “la esperaste en el sillón, y luego en el balcón, a la pequeña…” con esa mezcla, tal vez inevitable, de alegría y congoja.

Entre esos años, no en Orihuela, pues no era ni su pueblo ni el mío, sino en su Nueva York, una maldita mañana supimos que “se nos ha muerto como del rayo nuestro primo Craig, a quien tanto........

© El Universal