Un 25 de diciembre cualquiera
El 25 de diciembre no suele exigir grandes reflexiones. El propio calendario sugiere una tregua. No se trata de una suspensión de la realidad, porque eso nunca ocurre, sino de una pausa breve en la que el ritmo baja y el tiempo parece avanzar con menos urgencia. Es un día que invita, casi sin decirlo, a mirar con calma.
Esa pausa se percibe primero en las ciudades. Las mañanas son más silenciosas, el tráfico disminuye, las prisas se diluyen un poco. Hay personas caminando con encargos sencillos, con comida preparada, con pequeños compromisos domésticos. Pero, al mismo tiempo, la vida continúa sin ceremonias. Hay comercios abiertos, turnos cumplidos, trabajos que no admiten calendario festivo. La Navidad, conviene decirlo sin dramatismo, nunca se vive de la misma manera para todos.
Ese contraste revela algo esencial. Una parte de la sociedad descansa........





















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