Cuando la molicie y el ocio saturaban las frías noches de invierno o los brumosos atardeceres de otoño, su madre repetía uno de sus cuentos favoritos atiborrando su primera infancia de sabias enseñanzas. Érase una vez -comenzaba ella- el sol y el viento discutían sobre quién de los dos tenía más poder.

El cielo, observador imparcial, propuso una prueba para zanjar la disputa. Señaló a un hombre y les dijo que quien le quitase la capa sería el más poderoso. El viento, presuroso, afirmó que él lo haría. Sopló convencido de que una sola de sus ráfagas sería suficiente para hacer volar la capa. Sin embargo, a más violencia del viento el hombre se aferraba más a la capa. Tras........

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