El espectáculo de medio tiempo del Super Bowl: los 13 minutos más vistos de la historia de la televisión estadounidense. Como atracción principal, el bailarín y cantante Usher. Y en la mitad de su presentación –en el punto medio del intermedio– una invitada sorpresa. Forrada en un traje rojo cubierto de cristales, con una enorme capa del mismo color, frente a curvilíneo piano escarlata que parecía una continuación de la capa, la prodigiosa Alicia Keys, pianista, intérprete, compositora y una de las artistas favoritas del suscrito.

Pero, ¡ay!, hasta los prodigios pueden tener un mal día. Keys comenzaba a entonar el coro de ‘If I Ain’t Got You’, uno de sus éxitos, cuando las cuerdas vocales le jugaron una mala pasada. Soltó un enternecedor gallo que oyeron 123 millones de espectadores.

Luego pasó algo extraño. Algunos internautas notaron que la nota desafinada había desaparecido del video oficial de la presentación en YouTube. Al parecer había sido corregida con un ‘software’ de edición de sonido. Al mismo tiempo, copias del video original fueron eliminadas de la red.

El curioso caso del gallo desaparecido, aunque parezca algo menor, apunta a algo que va más allá de una anécdota del mundo del estrellato. El video fue alterado casi en tiempo real, buscando no dejar rastro de lo sucedido, como queriendo editar la historia al mismo tiempo que se estaba produciendo. ¿Si desaparecieran todas las copias de la grabación original y solo quedara, como registro oficial del evento, el video editado, cómo podría alguien en el futuro informarse adecuadamente sobre lo que sucedió esa noche?

La manipulación de material audiovisual no es nueva. Stalin, por ejemplo, un obsesivo tergiversador de la historia, mandaba a borrar a sus rivales políticos de las fotos viejas. Pero aun así, las fotografías y videograbaciones siguieron siendo las mejores formas de evidencia, pues estaban asentadas físicamente en un soporte material relativamente difícil de modificar. En teoría, y muchas veces en la práctica, siempre era posible identificar una cinta, un negativo o un carrete de celuloide como el registro original e inalterado de un suceso.

Todo eso se pierde en la fluidez del mundo digital. Es muy difícil garantizar la procedencia original de un archivo, y casi imposible estar seguros de que no ha sido alterado, ya sea por manos humanas o, ahora, por los nuevos algoritmos de inteligencia artificial, que imitan caras, gestos, voces, materiales, texturas, movimientos, etc., de forma indetectable.

Dentro de 50 años, si alguien quisiera convencer a otra persona de que Alicia Keys una vez erró una nota ante millones de telespectadores, ¿cómo podría demostrarlo? ¿Le creerán o lo tomarán por un mentiroso? Suponiendo que alguien hubiera guardado una copia de la grabación original, ¿cómo podrá convencer a los demás de que su versión es la verdadera y no la editada?

No hace falta mucha imaginación para entrever el daño que la ‘muerte de la evidencia’ puede hacerle al ejercicio de la prensa, la historia y la justicia, entre otras disciplinas. Pensemos, por ejemplo, en lo importante que fue el registro fotográfico para la investigación del Palacio de Justicia. Hoy se podría poner en duda todo ese material. Y no se trata solo de situaciones hipotéticas: recordemos aquel video del presidente Petro en la ONU al que le añadieron aplausos al final para simular una ovación.

Inquieta, sobre todo, la posibilidad de que se enrede todavía más el debate público. Nuestras democracias están ya bastante fragmentadas como para que, encima, no podamos construir consensos elementales sobre lo que pasó o no pasó. A diferencia de su acepción alada, el gallo de Alicia no anuncia la claridad de un nuevo día, sino la turbiedad de una noche confusa.

THIERRY WAYS
En X: @tways
tde@thierryw.net

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El gallo de Alicia

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25.02.2024

El espectáculo de medio tiempo del Super Bowl: los 13 minutos más vistos de la historia de la televisión estadounidense. Como atracción principal, el bailarín y cantante Usher. Y en la mitad de su presentación –en el punto medio del intermedio– una invitada sorpresa. Forrada en un traje rojo cubierto de cristales, con una enorme capa del mismo color, frente a curvilíneo piano escarlata que parecía una continuación de la capa, la prodigiosa Alicia Keys, pianista, intérprete, compositora y una de las artistas favoritas del suscrito.

Pero, ¡ay!, hasta los prodigios pueden tener un mal día. Keys comenzaba a entonar el coro de ‘If I Ain’t Got You’, uno de sus éxitos, cuando las cuerdas vocales le jugaron una mala pasada. Soltó un enternecedor gallo que oyeron 123 millones de espectadores.

Luego pasó algo extraño. Algunos internautas notaron que la nota desafinada había desaparecido del video oficial de la presentación en YouTube. Al parecer había sido........

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