Chuta, relato y gol
Apenas un instante, el del gol. Un momento de anticlímax. Otro gol y una parada con la cabeza bajo palos. La clave del enganche que genera el fútbol es la belleza indescriptible de lo efímero, de lo que se agota en sí mismo. Las emociones duran pocos instantes dentro del, generalmente tedioso, plazo estipulado de una hora y media que duran los partidos. Unos segundos, el sabor de boca de la repetición. No hay mayor trascendencia: el fútbol tiene el valor de lo que se acaba nada más sentirlo y lo que se comparte, durante un breve lapso de tiempo, con extraños. Parece no ser suficiente. Parece imprescindible sacarle una veta de trascendencia. Y entonces empieza el aburrido desfile de relatos, que si el fútbol es capaz de detener a la extrema derecha, que si sirve para reivindicar la idea de otra España posible, que si resignifica una bandera hostil a la izquierda, que si cambia nuestra forma de ser como sociedad. En ese envoltorio banal transcurren estos días tras la victoria de la selección en la Eurocopa.
Nadie se indigna ante la alegría pura de quienes se han visto concernidos por ese título. Cada uno es libre de emocionarse como quiere........
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