La distopía no es un género literario
He estado en una ciudad donde hace falta tener tarjeta de banco para acceder a la estación de trenes. Todas las paredes del edificio son de cristal, en la entrada hay puertas con torniquetes metálicos que solo se abren cuando pasas tu tarjeta por un lector. Si tienes billete de tren, no te cobran; si no tienes y permaneces más de una hora en el interior de la estación son cuarenta euros por día. Al salir, también hay que pasar la tarjeta. En el exterior, hay un parquin de coches, motos y bicicletas y un punto específico para dejar y recoger a pasajeros (“Kiss & Ride”). El tiempo máximo permitido en esa zona es de dos minutos.
Todo se hace con aplicaciones del móvil, desde comprar billetes hasta pedir comida en los restaurantes de la estación. No hay taquillas, solo un par de máquinas junto a la entrada, unas venden billetes de tren, otras sándwiches y bebidas para llevar. Un par de personas esperan su turno, móvil en mano, en las segundas. Casi nadie usa las primeras,........
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