Después de Gaza, África 50: Franco Berardi “Bifo” y René Vautier
Exteriormente, uno puede ilusionarse y tener esperanza, pero cualquiera en su fuero interno sabe demasiado bien que ningún gobierno tiene la menor posibilidad de desordenar el orden del mundo, sino solo de confirmarlo (…) Los gobiernos de la democracia real no pueden hacer nada, excepto prolongar e intensificar la catástrofe en curso. (…) Sin verdad, la realidad solo es mentira, así como la verdad sin la realidad no es más que impotencia (…) El encuentro de la realidad y la verdad en la historia es una experiencia sensible y entusiasmante que indica que se ha traspasado el umbral más acá del cual hay narcosis, y más allá del cual ya no se está dispuesto a tolerar lo intolerable. En ese umbral, el de lo imposible, se combate y se construye. Son los fragmentos de una experiencia en curso.
Marcello Tarì, No existe revolución infeliz. El comunismo de la destitución (Editorial Petit 14, 2025)
Llegamos al final de una época. ¿La civilización contaminante del capital? ¿Los mil años de la revolución papal y su afán clerical de crear Iglesia en todas partes? ¿El Estado como relación social del neolítico? Sea como sea, la civilización vive su ocaso entre los escombros de un mundo maltratado con saña, bajo el emblema de un orden de derecho, de razón y de progreso tecnológico.
Bifo dice más, dice que “después de Gaza” ninguna de las justificaciones tardomodernas nos sirve ya. Un Occidente senil justifica un genocidio retransmitido en directo. Un Occidente senil balbucea ante la masacre de hijas, de hijos, de ancianos, sin reconocer sus formas coloniales actualizadas para un mundo cibernético. Un Occidente senil prepara la “guerra inter-blanca” como única manera de no tener que rendir cuentas: que el último político sea ahorcado con las tripas del último banquero, parafraseando al abate Meslier en el preludio de la Revolución Francesa.
Ni la política sirve, ni la razón, ni el lenguaje argumentado, ni la esperanza en una futura reconciliación. “Quien continúa haciendo como si fuese posible restaurar la universalidad de la razón no ha comprendido. Quien cree que la voluntad política puede subvertir lo irreversible, no ha comprendido (…) Quien piensa que la palabra democracia tiene significado no ha comprendido (…) Y al contrario, tenemos que comprender (…) Hay que comprender porque solo cuando hayamos comprendido podremos comenzar a cumplir la única acción razonable: alejarnos de la vinculación histórica, olvidar la identidad (las identidades) y por tanto descubrir —o más bien instaurar— una dimensión no histórica, no política, en la que sea posible la amistad, la alegría y la cortesía. Quien comprende deserta...” (Pensar después de Gaza, Editorial Tinta limón, 2025).
Desertar de la humanidad, de la última coartada del poder. La humanidad ha sido siempre “demoníaca por su ambigüedad”, como diría Walter Benjamin: el proyecto de la humanidad universal ilustrada, finalmente reconciliada en el futuro, ha sido al mismo tiempo, en cada presente nunca reconciliado, la justificación........





















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