El día que le tocó el gordo a un primo de Pedro Sánchez
Dado que en el momento de redactar estas líneas, que se publican coincidiendo con la celebración del Sorteo Extraordinario de Navidad, se desconocía quiénes iban a ser los afortunados de la jornada, el autor ha decidido dar descanso al observador político y ofrecer una oportunidad de lucimiento al torpe literato que nunca será, de modo que la entrega dominical de hoy no es un análisis de la actualidad política sino un cuento de Navidad, un relato ciertamente ficticio pero inspirado en hechos rigurosamente reales.
Cuando aquel 22 de diciembre del año del Señor de 2024 el carro resplandeciente de la rosada aurora rodaba sin prisas pero sin pausas desde el remoto Oriente hacia las costas de la atribulada España, nadie podía imaginar que esa jornada daría a luz una bomba informativa cuya explosión controlada habría de poner contra las cuerdas al Gobierno del hombre cuyo régimen había sido identificado como una cruel dictadura por algunas de las mentes jurídico-políticas más preclaras de la patria.
Todo había empezado unas semanas antes, cuando un primo segundo del okupa de la Moncloa detenía su vehículo en una estación de servicio de la Autovía del Noroeste propiedad de un viejo amigo de la familia: el primo, también llamado Pedro, llenó el depósito, pagó su importe, compró el único periódico no antigubernamental que había en el expositor y en el último momento decidió añadir a la factura la adquisición de un par de décimos del número 46.296, que a la postre resultaría premiado con el gordo en el sorteo de Navidad: 400.000 euros por décimo. Cuatro por dos ocho. Casi un millón.
El día 22 todo estaba a punto, como siempre. Aunque el sorteo más esperado del año transcurrió sin sobresaltos, durante el mismo se produjo un incidente en apariencia irrelevante y sin mayor trascendencia, pero que a la postre tendría una importancia que nadie entonces podía imaginar. Cuando los niños........
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