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No tenemos derecho a equivocarnos

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13.12.2025

Gary Antonio Rodríguez Álvarez (*)

Hay algo profundamente revelador en la historia económica de Bolivia: prácticamente desde la época de la Colonia, ha dependido de la explotación de recursos naturales extractivos no renovables, llevándola a ser tipificada como un país primario-exportador, como si esa fuera la única identidad posible. Oro, plata, estaño, petróleo, gas, cada ciclo de precios altos prometió prosperidad a los bolivianos, pero lo cierto es que ninguno logró sostenerla en el tiempo.
Son capítulos que dejaron huellas y dolorosas enseñanzas, sí, pero no un camino claro hacia un desarrollo capaz de transformar la vida, tanto de quienes viven en el campo y la ciudad. Es como si la riqueza natural hubiera sido una ventana de oportunidad abierta que nunca aprendimos o nos resistimos a cruzar.
La experiencia internacional es contundente: cuando la economía se apoya en un solo motor -volátil, además- termina atrapada en la fragilidad, condenada a la vulnerabilidad.
Lo que limita a Bolivia no es la falta de recursos, sino la falta de políticas para convertirlos en un cambio productivo y estructural. No es casual que el experto en negocios, Peter Drucker, dijera que “no hay países subdesarrollados, sino, países mal administrados”. La falta de........

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