Cuando la esperanza es lo que se pierde
Opinión | El LÁPIZ DE LA LUNA
Elizabeth López Caballero
Foto de archivo de una de las terapias grupales que se realizan en Casa Esperanza. / JOSÉ CARLOS GUERRA
Estoy triste. Hacía tiempo que no empezaba un artículo así, y no será porque no estén ocurriendo desgracias en el mundo que motiven mi tristeza, no obstante, una aprende a vivir con alegría en medio del caos. De no ser así, no sobreviviríamos. Sin embargo, hay reveses de los que cuesta reponerse. El otro día me enteré de que Cáritas cerrará la Comunidad Terapéutica Casa Esperanza, un centro de rehabilitación para personas con alcoholismo. ¿Las razones? Varias. Como siempre que se quiere argumentar lo inexplicable. Por un lado, arguyen la falta de apoyo económico de las instituciones y por otro, que el centro no está adaptado para personas con movilidad reducida, además (y es importante el «además» porque el dato de la infraestructura por sí solo no se sostiene) de que existen problemas con el agua de abasto.
El Proyecto Casa Esperanza lleva funcionando desde 1991, es decir, treinta y tres años en los que ni los requisitos de accesibilidad ni el abastecimiento de agua han sido un problema. Ahora, ustedes, si han leído entre líneas, empiecen a entristecerse como yo. Hasta el momento en el que escribo este artículo el personal del proyecto no tiene........
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