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Anacoretismo y hurañía
El diálogo se ha convertido en un imperativo de los tiempos que corren, pero es lo primero que se irrespeta y se rompe.
En sano juicio, nadie se atreve a ir en contra de las virtudes y bondades del diálogo.
Pero tan pronto como el diálogo no encaja en los parámetros, o antojos, lo más fácil es estallar y eliminarlo.
Por naturaleza, el diálogo y la argumentación son ejercicios que suponen la exaltación o el acaloramiento.
Por eso mismo, si las personas no están entrenadas, o no han aprendido a debatir, podrán valorar mucho el diálogo ( como algo políticamente correcto ) pero, en la práctica, lo que les resulta más fácil es explotar: ¡arrojar el tablero de........
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