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Tiempo para los buenos propósitos

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La felicidad no es un mercado de compraventa, viene precisamente de nosotros, es fruto de un tránsito sin angustia, con una atmósfera desprendida de amor y con la fidelidad a uno mismo, para que la buena salud no se nos empañe y nos acompañe en todos los andares. Al fin y al cabo, lo importante radica en no perder el dinamismo de la constante renovación humana, anímica, intelectual y comunitaria. Por otra parte, en cada pueblo y ciudad, es hora de impulsar los sistemas de salud, con inversiones en vigilancia, comunicación y contención; porque cuando las comunidades están protegidas, todos estamos preservados. Se trata, por tanto, de custodiar y de hacer crecer el auténtico entusiasmo donante, que es lo que nos compromete a cuidarnos unos de otros.

Desde luego, nunca es tarde para enmendarse a la sana voluntad, en virtud del esfuerzo y de la capacidad de amar. Hay que reconocer que estos vínculos son inherentes a nuestra naturaleza humana, sólo hay........

© El Nuevo Siglo Bogotá