La jungla callejera
El hombre de la calle, el ciudadano común y corriente, que a veces vota y otras se queda en casa el día de elecciones, tiene una modesta información sobre los dirigentes políticos de moda o sobre lo que hace el actual gobierno. Le importa más sobrevivir y superar las amenazas de los delincuentes en las calles, que esperan cerca de los bancos a los jubilados más desprevenidos y débiles, para dar el raponazo.
Estas personas cuentan que a sus amistades que les robaron su pensión y fueron a denunciar a las autoridades su caso, por lo que tuvieron que hacer largas colas y perder su tiempo, hasta que los atendieron y les dicen que allí no se ocupan de esos temas, que fueran a otro edificio, donde el vigilante les dice que no es hora de servicio al público, que vuelvan mañana. Es cuando la persona se siente más frustrada e impotente, por lo que decide no consignar su denuncia.
Son millares los colombianos que a diario son robados por bandas organizadas, a pie o en moto, incluso algunas se movilizan en vehículos de alta gama con vidrios oscuros, pese a que el contribuyente paga millares de cámaras por toda la ciudad, de las cuales más del 70% resultan........
© El Nuevo Siglo Bogotá
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