Políticas climáticas: mucho ruido y pocas nueces
En las instituciones nacionales no se cuenta con recursos humanos entrenados para traducir el conocimiento científico en políticas públicas. Esta insuficiencia es inaceptable cuando faltan solo seis años para lograr las metas señaladas para 2030.
Al revisar las políticas climáticas de la gran mayoría de los países, uno aprecia entusiastas relatos. Sin embargo, en los últimos 20 años, los resultados han sido decepcionantes. Probablemente, porque en el núcleo de la crisis climática yacen elementos de conflicto hasta hoy insalvables, tanto por la complejidad del tema como por las falsedades que van diseminando los negacionistas, así como por el factor humano.
En este último elemento, por una parte, predomina la complacencia de los que se resisten a los cambios de conductas y, por otra, persevera la intransigencia de los codiciosos que quieren continuar aumentando sus ganancias en el menor tiempo posible. A pesar de todo ello, se avanza. Pero poco y con muchas dificultades.
Nuestra política climática se fundamenta en el compromiso con las metas del Acuerdo de París. Entre sus componentes se destacan: introducir límites de emisiones obligatorios para el año 2030, con vista a reducir las emisiones de CO2 al menos en un 30%; la promoción de energías renovables no convencionales con el fomento a la eficiencia energética, teniendo como objetivo una matriz energética 100% libre de emisiones para el 2050; el desarrollo de estrategias de adaptación para disminuir vulnerabilidades protegiendo la biodiversidad y ecosistemas; la reforestación, principalmente con especies nativas; los programas de educación para aumentar la concienciación sobre el cambio climático; y las estrategias financieras para la acción climática.
A pesar de contener los elementos imprescindibles, en la práctica esta política no está dando los resultados esperados. Aún no logra producir resultados contundentes. Para ser justos, señalemos de inmediato que Chile no es el único país con dificultades para avanzar. Lo mismo sucede en la gran mayoría. ¿Por qué? Porque la retórica sobrepasa la realidad y los cursos de acción que se proponen son incapaces de superar los obstáculos que se oponen a establecer los límites de emisiones de CO2 obligatorios para el año 2030, con vistas a reducir las emisiones en un 30% y lograr la reducción para alcanzar el cero neto en 2050.
Las lecciones aprendidas en los últimos 20 años nos muestran que........
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