La travesura de Doris
Se presentó como una lectora de este espacio que espera que pueda ayudarla con un consejo. Como hacen los médicos cuando están ante un caso alejado de sus dominios, consideré la posibilidad de referirla con alguien de mayor experiencia. Enseguida me asaltaron las dudas. No quería que mi gesto se interpretara como un menosprecio hacia la confianza que estaba depositando en mí.
En un mensaje bellísimo, Salomé me contó que quiere ser escritora. Empezó a escribir desde que era una niña y, aunque no ha pasado mucho tiempo desde entonces, piensa que está lista para atreverse un poco más. La probabilidad de enviarle su primer manuscrito a una editora hace que se debata entre saltar al agua o quedarse en la orilla, a salvo del gran pez de dientes afilados que ronda las almohadas en la víspera de las grandes decisiones.
Querida Salomé: en lugar del consejo que me pides, voy a ofrecerte algo distinto. Permíteme hablarte de alguien que decía que al principio todos los libros tienen que luchar contra la negatividad y la indiferencia.
Jane Somers no era conocida en la escena literaria de 1983. Acababa de enviar un manuscrito a la prestigiosa editorial inglesa Jonathan Cape. También lo envío a otras........
© El Espectador
visit website