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Volvamos a lo que funcionó

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Hay ciudades que cambian por decretos y otras que cambian por comportamientos. Bogotá, bajo el liderazgo de Antanas Mockus, vivió algo inusual: una transformación urbana construida con pedagogía, símbolos y humor. No era magia política; era ciencia del comportamiento aplicada antes de que existiera como disciplina. Y tal vez hoy, más que nunca, necesitamos recuperar ese enfoque.

Mockus demostró que la autoridad puede educar sin humillar y que la creatividad, cuando se usa con método, es una herramienta de gobierno poderosa. Su experiencia se usa como caso de estudio en universidades de todo el mundo, pues logró modificar normas sociales, lo cual es bien complicado.

Su intuición era simple y profunda: las reglas funcionan cuando la gente las siente propias, no cuando aparecen en un código. Por eso recurrió a mimos, tarjetas rojas, rituales ciudadanos y gestos simbólicos que convertían lo privado en público. Si alguien hacía una fila, otros la replicaban; si alguien cometía una infracción, recibía una señal visible que invitaba a la reflexión, no a la ira. Todo apuntaba al mismo principio: la norma........

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