El profesor Ramiro, veterano de la educación con más de veinte años en el aula, pensó que lo había visto todo, pero no, a principios de septiembre de 2025 recibió una citación de la Secretaria de Educación para presentar descargos. Una madre de un estudiante de noveno grado, a quien llamaremos Camilo, lo denunció por negligencia profesional, persecución y encubrimiento.

La madre argumentaba que su hijo Camilo llevaba diez asignaturas perdidas para el año y según ella era “imposible” que su hijo, a quien describe como un “genio” hubiese fallado tanto si el director de grupo estuviese más pendiente de los estudiantes; informando permanentemente a los padres sobre el progreso de sus hijos y que se había puesto de acuerdo con los otros para que su niño perdiera el año. Don Ramiro y la Rectora, completamente atónitos, revisaron las notas de la plataforma. El historial de Camilo mostraba que eran más sus frecuentes ausencias que lo que asistía al colegio, sus entregas de trabajos eran nulas y tenía más de cuarenta anotaciones por mal comportamiento; es decir que cuando se aparecía al colegio era solo a molestar a los demás estudiantes o para estar en el celular.

La demanda finalmente fue desestimada por las autoridades educativas, pero el daño quedó hecho; el docente invirtió semanas en recopilar pruebas, testimonios; pagando dinero asistencias legales y desviando su atención de la corrección de exámenes, planificaciones y otras actividades mucho........

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