Restaurar la concordia en España
06 de diciembre 2024 - 13:08
La misma semana en la que en Andalucía celebramos con orgullo la bandera que ondea nuestra seña de identidad y el sentir andaluz, se celebra también la Norma sobre la que se constituye y sustenta nuestra autonomía en un marco de unidad, identidad y solidaridad con el resto de regiones que conforman una España de iguales.
El mayor legado de la cultura jurídica española, la Constitución de 1812, marcó un antes y un después en la historia política de nuestro país. Un hito del liberalismo político no solo de España, sino también de Europa e Iberoamérica. Un llamamiento a la unidad, la libertad, la soberanía nacional y la división de poderes como referentes ineludibles para entender los principios fundamentales que deben regir un Estado Democrático y de Derecho.
Posteriormente, la Constitución de 1978 vuelve a hacerse eco de ese espíritu liberal y cerrar las heridas de una época pasada, para iniciar así una convivencia en concordia y una paz inédita en España en los últimos dos siglos.
El mensaje fundamental y el núcleo de la Constitución española, que pusieron en común acuerdo aquellos diputados que se guiaron por su más alto grado de patriotismo y compromiso cívico, no es otro que, dado el marco histórico que acontecía, la libertad y la igualdad de todos los españoles ante la ley. Bandos que parecían irreconciliables aparcaron el dolor y levantaron juntos un proyecto común de vida que permitió asentar un régimen de libertades públicas y de bienestar social alejado de despotismos, nepotismos y dictaduras.
Hoy, la Constitución está amenazada. La Constitución y la Nación se encuentran en serio peligro por las decisiones, profundamente amorales e inmorales, de un presidente del Gobierno capaz de cualquier cosa por seguir ejerciendo de señor feudal de España, con derecho a todo y sin obligación a nada.
Pedro Sánchez, impregnado por el alma de Fernando VII, ha iniciado un proceso de liquidación del orden constitucional y de la España democrática nacida en 1978 que no tiene precedente alguno. Su propia investidura ya adolece de vicios y no precisamente ocultos, pues a nadie se le escapaba el coqueteo clandestino, que negó hasta la saciedad, como........
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