La Bienal: de escaparate mundial al cuartito de cabales
El Pele le canta a Canales en el espectáculo 'Maestros' / Juan Bezos
Uno de estos días de Bienal, al salir del teatro, un amigo al que llevé por primera vez a un recital jondo me preguntó cuándo se dice ole. Traté de explicarle que es una respuesta orgánica que le nace al aficionado tras percibir algo sublime o sentir la entrega del artista y, a veces, un grito de ánimo para arropar al que está arriba y hacerle ver que estamos ahí con él/ella, como antesala.
Después de la chapa pensé que la experiencia del flamenco es tan diversa que no hay flamencómetro que permita medir lo que convierte a un espectáculo o actuación en inolvidable. Sobre todo, cuando hay oles y aplausos cargados de ojana, pero a ver cómo puedo explicar yo eso.
A compás
A compás
Afortunadamente, como hemos contado en las crónicas de estos días, hay oles que se disparan solos, otros que se disfrazan de silencio, y muchos que no aparecen porque el flamenco está también para decepcionarnos, desconcertarnos, hacernos cavilar o ahogarnos en una congoja que impide soltar palabra alguna. Por eso, en pleno ecuador de la Bienal, pensamos que alzar la bandera del ole, atribuirle un sentido único, es imponer una mirada de lo jondo excluyente y desactualizada.
Sinceramente me parece muy peligroso esta nuestrificación del flamenco que divide y clasifica lo que es o no digno de loa, según si........
© El Correo de Andalucía
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