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Europa (y España) necesita con urgencia un DOGE

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23.11.2024

Javier Milei no solo aspira a transformar radicalmente la economía argentina, convirtiendo a su país en uno de los más libres y prósperos del mundo, sino que también ambiciona a, en sus propias palabras, convertirse en un faro de inspiración para el resto de Occidente. Desde luego, se trata de un objetivo tremendamente ambicioso que muchos verán como fatuo, pero que, en verdad, ya ha comenzado a arrojar muy importantes frutos.

Y es que, el pasado 5 de julio, Javier Milei creó el Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado, a cuya cabeza colocó al economista Federico Sturzenegger. La misión de ese ministerio, como su nombre indica, es eliminar el exceso de regulaciones que está constriñendo la economía argentina y, a su vez, reducir la administración pública buscando un Estado más pequeño y eficiente. En este sentido, Sturzenegger (que ya fue el autor intelectual del primer y fuertemente liberalizador Decreto de Necesidad y Urgencia aprobado hace un año por el gobierno de Milei) está eliminando, desde el inicio y con una cadencia casi diaria, regulaciones enormemente distorsionadoras de la actividad económica y cuyo único propósito real era alimentar a los grupos de presión que, merced a ellas, restringían la competencia.

Pues bien, este Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado es el que ha inspirado el denominado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés), promovido por Donald Trump en los EEUU y que será dirigido por Elon Musk y Vivek Ramaswamy. Que el DOGE se ha inspirado en el Ministerio de Sturzenegger no es una mera conjetura, dado que tanto Musk como Ramaswamy han confirmado que pretenden emular el modelo argentino de desregulación, desburocratización y desfinanciación del sector público.

El propósito del DOGE es elevar el crecimiento potencial de los EEUU reduciendo los costes que el Estado le impone al sector privado y que estrangulan su capacidad para aumentar sostenidamente la productividad. Primero, el coste de las regulaciones, que obligan al sector privado a hacer cosas que no haría o que le prohíben hacer cosas que sí haría, limitando en consecuencia el número de procesos de prueba y error que eleven la eficiencia económica. Segundo, el coste de la burocracia, que entorpece, ralentiza u obstaculiza las iniciativas del sector privado. Y tercero, el coste de la tributación (necesaria para financiar el gasto público) que reduce la rentabilidad después de impuestos de cualquier inversión. Disminuir estas tres costosas cuñas contribuiría a elevar la rentabilidad de la inversión dentro del país y, a través de ella, a aumentar la acumulación de capital, la innovación y, en suma, la productividad.

Tanto Musk como Ramaswamy han confirmado que pretenden emular el modelo argentino de desregulación y desfinanciación

Ahora bien, si para EEUU resulta importante incrementar la productividad, para la Unión Europea —y también para España— resultan absolutamente vitales. Desde 2004, la productividad por hora trabajada en EEUU ha aumentado alrededor de un 40%, mientras que en la Unión Europea no alcanza el 15%. El famoso informe Draghi, publicado con música palaciega hace apenas unos meses, ya alertaba de que el gran problema de la Unión Europea era la mediocre evolución de su productividad (que lleva reduciéndose, con respecto a la de EEUU,........

© El Confidencial


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