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Cuando pierdes el control de tu propia crisis

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16.12.2025

Veo en Vozpópuli una entrevista con José Carlos Díez en la que evoca una de las tesis nucleares de Keynes: desde que las causas de un problema se hacen visibles hasta que los efectos se manifiestan en toda su extensión, hay un espacio temporal en el que cabe actuar para evitarlos o, al menos, paliar los daños. Si se deja pasar ese tiempo y se permite que los efectos desplieguen su potencial maligno, ya sólo es tarde para todo lo que se intente. Sólo queda confiar en la providencia.

En este caso, lo que sirve para la economía sirve también para la política. La reflexión keynesiana es perfectamente aplicable a lo que le sucedió a Zapatero con la famosa crisis de 2008: en la Navidad de 2007 ya estaban a la vista los signos de la crisis que se venía, pero el presidente prefirió escuchar a quienes le susurraban que en esa Navidad las tiendas estaban a rebosar y al Gobierno le salía el dinero por las orejas. Durante más de dos años en el Gobierno y en el PSOE se prohibió pronunciar la palabra crisis. Cuando esta explotó, ya había poco útil que se pudiera hacer.

También sirve la tesis para comprender el momento en que se encuentra el poder sanchista. Muchos en el PSOE admiten hoy con pesar que fue un error fatídico permitir que un sujeto como ese se hiciera dos veces con la dirección del Partido Socialista y después con la del Gobierno. Detectaron el peligro en su origen y no movieron un dedo para prevenirlo; incluso hubo quienes lo alentaron por frivolidad o por despecho. Hoy rezan para que los ciudadanos resuelvan el problema que ellos debieron evitar a los ciudadanos, aunque mantengan pro forma su voto a favor de la sacrosanta marca.

El propio sanchismo es víctima de la lógica implacable de Keynes. Si no quieres terminar atrapado en una dinámica infernal de chantajes, no tomes a los enemigos de tu país y de la ley como aliados preferentes. Si no quieres que se desate contra ti la espiral del odio, no cabalgues sobre ella ni la espolees. Si no quieres terminar hundido en una fosa séptica, no te rodees de malhechores. Y si no quieres que el Estado se defienda de ti, no pretendas asaltar el Estado para hacer de él tu cortijo.

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Existen problemas cuya única solución es no crearlos. Y Pedro Sánchez, ebrio de poder, se ha hartado de crear problemas insolubles, de esos que antes o después se revuelven contra ti y te conducen al basurero de la historia. Ayer pronunció una salmodia estomagante adelantando en dos semanas el tradicional balance de fin de año. A saber lo que teme que suceda en los últimos quince días del año; ya cuenta con un revolcón humillante para su partido en Extremadura, pero quizá eso no sea lo peor que tendría que explicar el día 30.

El Gobierno y el partido de Pedro Sánchez sufren a la vez varios efectos del cambio climático en su fase aguda, con un pronóstico final pescuecero. Se detecta una severa sequía en el frente parlamentario, una dana en el frente judicial y un diluvio de votaciones no deseadas en el frente electoral. El problema es que el presidente no tiene el antídoto para ninguna de ellas.

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Feijóo le ha programado cuatro elecciones de muerte segura en los próximos seis meses: Extremadura, Aragón, Castilla y León y, como traca final, Andalucía. En cualquier momento anterior, un recorrido electoral con Andalucía y Extremadura en el paquete sería un paseo triunfal para el PSOE. Hoy se presenta como un calvario. Hay poco riesgo en anticipar lo que sucederá:

En todas ellas el PP será el partido más votado.

En todas ellas, la suma de la derecha rebasará ampliamente el 50% del........

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