Joropo, el patrimonio que une | Por: David Uzcátegui
David Uzcátegui
La decisión del Comité del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco de inscribir el joropo venezolano en su Lista Representativa es, más que un reconocimiento cultural, un alivio emocional para un país que ha terminado por acostumbrarse a recibir noticias amargas. Es un respiro colectivo, una pequeña celebración que trasciende la política y la coyuntura.
Desde Nueva Delhi, donde se adoptó la medida durante la vigésima sesión del organismo internacional de la cultura, el joropo obtuvo el estatus universal que muchos venezolanos sienten desde siempre: el de ser una tradición que late en cada rincón del país, desde las faenas del llano hasta los patios de las casas en las ciudades.
La decisión reconoció el valor de esta expresión festiva que, más allá de la música, constituye un complejo sistema de saberes que integra poesía, danza y artesanía, fruto del sincretismo entre las culturas indígenas, africanas y europeas.
Este reconocimiento tan simbólico, tiene un profundo impacto sentimental para una nación que muchas veces se ha visto obligada a reconstruirse desde lo intangible: sus afectos, su memoria, su música.
Pocas expresiones sintetizan tan bien la historia del país como este género fruto de un sincretismo entre culturas indígenas, africanas y europeas. Y un contexto........





















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