menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Friega de ortigas

15 0
06.04.2024

Cada vez que se cambia la hora me trastorno. Es como si alguien agitara mi reloj biológico y se me desacompasara lo magro y lo inmaterial. No solo he perdido una hora de sueño, que eso por sí mismo desequilibra, sino que me noto incómodo con las circunstancias. Como cuando la goma del calzoncillo te estrangula un huevo y no aciertas con la postura que mitigue el pellizco. En resumen, que estoy un tanto irascible. Para colmo, se me ha estropeado el reloj de pulsera. Fue un regalo de mis antiguos compañeros de curro y no me lo he quitado en años. Al parecer, por muy sumergible que la máquina fuera, le ha podido el roce y en la esfera aparecen gotitas de humedad. Lo he tenido que sustituir. Y me ha costado encontrar un peluco que no tuviera las pilas agotadas.

Me encuentro extemporáneo total. Como si necesitara una descarga para despertar plenamente. Creo que a mi cerebro le cuesta adaptarse a ese brusco cambio de hora. Siempre he pensado que mi materia gris se licua cuando duermo. Y gracias a esa liquidez se producen los sueños más insospechados. Las ideas fluyen y ocupan toda la cavidad craneal en una reparadora calma. Por eso, tras despertarme, procuro no incorporarme bruscamente. Si lo hago, los sesos aún acuosos se golpean con las paredes óseas y provocan desazón. Por eso me tomo mi tiempo para salir de la cama. Hay que permitir que pase un rato para que la sesera se solidifique y comenzar a hacer actividad normal.

Con la alteración del horario, mi cuerpo experimenta una especie de resaca que no desaparece ni tras ingerir las grageas efervescentes de un tubo entero de Redoxon. Ojo que este preparado es un complejo vitamínico aunque parezca un sistema profiláctico si su nombre se lee de atrás para adelante.

En ese trance me hallaba cuando alguien me sugirió un remedio mucho más natural para reaccionar. “Tu abuelo –me dijo una voz– cuando se encontraba entumecido y necesitaba tonificarse para espabilar, lo tenía claro”. “Tonificar –pensé para mí–. ¿Se tomaría un Gin tonic?”. No. “Estimulaba su cuerpo favoreciendo la circulación sanguínea al aplicarse unas friegas con un ramo de ortigas”. ¿Un ramo de ortigas?

........

© Deia


Get it on Google Play