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Los que encendieron el fuego

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12.12.2025

Todas las guerras, habidas y por haber, suelen tener una motivación común: el territorio. Los pueblos no admiten que les conquisten, ni que les partan, ni que separen sus tribus y sus lenguas, sedimentadas durante milenios. La obsesión colonialista de debilitar a las naciones partiendo sus mugas con regla y cartabón, ha sido y es el manantial de los conflictos. Alsacia y Lorena provocaron guerras mundiales; el puzzle de los Balcanes sigue sangrando; el Ulster, tan cercano… Hoy día, Palestina, Dombass o el Sahara nos recuerdan que con la tierra no se juega. Y todos los días maldecimos a los canallas que provocan estas guerras, negando a los pueblos el derecho a decidir sobre su propia cartografía.

Si a inicios de los 70 alguien hubiera dicho que Navarra no formaba parte del País Vasco, hubiera sido tratado de tonto. Por encima de las diferencias administrativas, toda la tradición histórica lo confirmaba. “Euskal Herria –dice el Espasa Calpe– es el territorio que comprende las provincias españolas de Navarra, Álava, Guipúzcoa y Vizcaya y los antiguos países de Labourd, la Soule y la Baja Navarra”. Toda la prensa navarra reconocía esa territorialidad. Hasta el Diario de Navarra, tenía secciones como “Euskalerrian barna”, y su director, Ollarra, afirmaba en 1982 que “Euskalerria es una realidad”.

La banca navarra apostaba públicamente por la unidad vasconavarra, desde que en 1867 la propia Diputación Foral propusiera a sus tres hermanas hacer un banco común. Desde 1924 funcionaba la Federación Vasco-Navarra de Cajas de Ahorro, y hasta los años 80 sostenían la revista Vida Vasca, en la que........

© Deia (Tribuna Abierta)