El mosquita muerta
En el fondo, nadie sabe nada, o casi nada, de los demás. “¡Vaya con la mosquita muerta!”, seguro que dirían las señoras de antes a la vista del espectáculo montado alrededor de Íñigo Errejón, porque a tenor del montón de revelaciones íntimas que salen a la luz, los hábitos de relación sexual del fundador en su día de Podemos y ya ex portavoz parlamentario de Sumar no pegan nada con su aspecto aniñado.
Si les soy sincero, dejé de prestar atención a los detalles de lo que se contaba en cuanto quedó confirmado que en su manera de relacionarse con algunas mujeres era llamémosle heterodoxo (sin que la heterodoxia suponga en principio delito alguno). Por una parte, porque la descripción al por menor de ese tipo de actos o es literatura o es fisiología, cuando no vivisección. Ya en el siglo XVIII alertaba sobre el asunto el cuarto conde de Chesterfield a un hijo bravo suyo: “El placer es momentáneo, el coste es exorbitante, la postura, ridícula”. Y por otro, porque siempre que esos actos gimnásticos se realicen libremente (lo que no implica que los participantes tengan que........
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