Los malos votos de Georgia y Moldavia
Se ha acabado la orientación exclusiva a Occidente en los países del entorno de Rusia. Eso ya es un hecho consolidado en Asia Central, presenta diversos grados y variantes en Transcaucasia y Moldavia, y, si no hay una gran guerra por medio, acabará ocurriendo en los países bálticos y quién sabe si hasta en Polonia. No se trata de la creciente percepción de que Rusia no va a perder la guerra en Ucrania, ni va a sufrir la pronosticada “derrota estratégica”. Mucho menos aún se trata de que Moscú vaya a ser para esos países el nuevo centro gravitacional, como pueda ser el caso de Bielorrusia. La amenaza de un nuevo dominio ruso exclusivo “a la soviética” es uno de los mitos de la propaganda occidental. La simple realidad es que Rusia ni puede, ni quiere regresar a aquello y que, por el contrario, lleva décadas abierta a un condominio con otras potencias, lo que determina ciertos equilibrios y respetos a la soberanía e integridad de esos países.
La amenaza de un nuevo dominio ruso exclusivo “a la soviética” es uno de los mitos de la propaganda occidental
Muchos desinformados objetarán aquí lo sucedido en Ucrania, olvidando que la invasión militar fue la respuesta de Moscú al inequívoco propósito occidental de afirmar un dominio occidental exclusivo en Ucrania, dirigido a consolidar una amenaza militar estratégica directa contra el régimen ruso. Moscú nunca pretendió contestar aquello con el mismo propósito exclusivista. Los dirigentes rusos se conformaban con que Ucrania fuera neutral, un país puente entre Europa y Rusia, mientras que Occidente insistía en que el gobierno de Kiev, contra el sentir, claro y mayoritario de su población, respondiera a la disyuntiva, “o con nosotros, o con ellos”. Ese fue el sentido de los acuerdos comerciales presentados a Kiev por la Unión Europea de Merkel y Barroso en 2013, y de la invitación a integrarse formulada por la OTAN en 2008, contraviniendo los preceptos fundacionales y constitucionales de neutralidad y no alineamiento en bloques consagrados en la declaración de independencia y la constitución del país, así como los resultados de todas las encuestas de opinión, que además señalaban una clara división geográfica sobre estas cuestiones anticipando, con toda claridad, el riesgo de una guerra civil.
Todo eso es conocido y ahora Occidente lo plantea en términos muy parecidos en países como Georgia y Moldavia. Pero no va a funcionar. No tanto porque Rusia no vaya a perder la guerra de Ucrania, aunque eso influye, sino por algo superior, más general y más fundamental: porque la correlación de fuerzas en la región, y en el mundo, está cambiando.
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