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Dilemas de la democratización en China

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30.12.2023

Profesor de Filosofía en la Universidad de Hong Kong, donde tuve el gusto de conocerle, Ci Jiwei ha elegido The Coming Crisis como subtítulo de su libro Democracy in China. Hay toda una industria occidental alrededor de esa Coming crisis en China que ha producido toneladas de fallidos pronósticos sobre el inminente hundimiento del régimen chino. El semanario británico The Economist, que ya en los años noventa nos explicaba lo mal que lo estaba haciendo China en comparación con la Rusia de Boris Yeltsin de entonces, ocupa un lugar de honor en esa disparatada serie. Recordamos también al aclamado Gordon G. Chang, que en 2001 en plena fase turbo del ascenso chino, nos vendió su bodrio The Coming Collapse of China… Lo de Ci Jiwei pertenece a otra categoría y a continuación vamos a explicar de qué se trata.

Sociológicamente, China ya es, en gran medida, democrática, en el sentido de que sus relaciones internas vienen presididas por la horizontalidad y el principio de igualdad de sus miembros. En tal situación, solo un régimen político democrático, es decir un régimen que reconoce la voz, el derecho y la participación ciudadana para su funcionamiento, puede lograr mantener su gobierno de una forma legítima y estable. Una sociedad sociológicamente democrática inserta en un régimen que no lo es acaba chocando y considerando ilegítimo a un gobierno cuya lógica es autoritaria, impositiva y patriarcal. Esta contradicción tiene un gran futuro en China, tanto en el orden interno, como en el externo.

Una sociedad democrática inserta en un régimen que no lo es acaba considerando ilegítimo al gobierno

En la historia reciente de China, la sociedad tradicional, que era gobernada con la antigua forma patriarcal y autoritaria propia del imperio, saltó por los aires en dos fases. La primera fue la transformación de la familia iniciada por el maoísmo y su acción de establecer la igualdad entre hombres y mujeres, tanto dentro como fuera del ámbito familiar. La segunda fue la transformación de las relaciones entre padres e hijos en un sentido mucho más igualitario durante la reforma de Deng Xiaoping. Aquella sumisión tradicional, tan fácilmente trasladable a la relación del individuo hacia la autoridad del Estado, hoy prácticamente ha desaparecido y exige, por así decirlo, un nuevo contrato. Por más que incompleta y muchas veces inconsistente, “la condición igualitaria no solo destruye la autoridad parental y de los ancianos sino también la deificación de los gobernantes antes percibida como algo natural”, dice el profesor Ci Jiwei.

En la vida cotidiana, el sistema de China no puede ser descrito como autoritario y opresivo. Los chinos nunca habían sido más libres que ahora. Sus libertades para moverse, pensar, opinar y actuar son ampliamente ejercidas con la mayor naturalidad, pero son libertades de hecho, en gran parte no reconocidas como derecho por el sistema político, que es esencialmente autoritario.

La legitimidad del régimen bebe de dos fuentes. Una es su condición de heredero de la revolución comunista, que emancipó y modernizó al pueblo chino en un proceso a la vez liberador, dramático y repleto de sentido nacional. Esa fuente de legitimidad está a punto........

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