Objetivo alcanzado. Los europeos están a punto de alcanzar un objetivo de gasto en defensa previsto por primera vez hace 18 años. Este año, los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que no sean EE UU destinarán unos 380.000 millones de dólares, o el 2% de su PIB combinado, a gastos militares, declaró el miércoles el secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg. Esta cifra no compensará 30 años de reducción de los presupuestos de defensa. La guerra de Ucrania, los avances tecnológicos y el temor a que Washington vacile en su compromiso con la defensa europea significan que el objetivo del 2% puede ser solo un suelo.

Los países más próximos a Rusia no esperaron a la invasión de Ucrania en 2022 para aumentar su gasto militar. El presupuesto de defensa de Polonia supera ya el 4% del PIB del país. Los tres países bálticos gastan cerca del 3%.

Entre los rezagados, un grupo de países ricos -Alemania, Italia, España, Países Bajos y Bélgica- no ha reforzado su defensa a lo largo de los años. El año pasado gastaron menos del 1,5% de su PIB colectivo, según la OTAN. Para estos cinco países, alcanzar el 2% exigiría gastar 57.000 millones de euros más este año que en 2023, calculamos. Este sería el grueso de un esfuerzo global que ascendería a más de 75.000 millones de euros, si todos los miembros de la UE de la OTAN cumplieran el objetivo.

Esto plantea dos cuestiones a los Gobiernos europeos: cómo gastar el dinero y cuánto es suficiente.

Gran parte del dinero puede ser necesario para apoyar el esfuerzo bélico de Ucrania. EE UU ha proporcionado a Kiev ayuda militar por valor de unos 25.000 millones de euros al año desde el inicio del conflicto, según las cifras del rastreador de apoyo a Ucrania del Instituto Kiel. Si Washington retirara su ayuda, Europa tendría que llenar el vacío. Esto empezará con un reto industrial: aunque la alemana Rheinmetall ha abierto una nueva fábrica de municiones, los europeos ya tienen dificultades para cumplir su objetivo de entregar un millón de proyectiles a Ucrania para esta primavera.

Europa también tendrá que mejorar sus capacidades militares. Los ejércitos nacionales deben estar mejor entrenados y reforzados. Europa está redescubriendo la necesidad de la defensa territorial tras décadas de jugar un papel auxiliar en las intervenciones exteriores de la OTAN, desde Kosovo hasta Afganistán, señala Camille Grand, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.

Pero gastar unas decenas de miles de millones más en defensa no permitirá a Europa hacer frente a su actual reto de seguridad. El objetivo se fijó antes del aumento de la amenaza rusa, y cuando los europeos pensaban que podían contar para siempre con la protección estadounidense. Los Gobiernos de la UE deben invertir más en tecnologías avanzadas que han demostrado ser cruciales en el campo de batalla ucraniano, como los drones, las comunicaciones por satélite e incluso la inteligencia artificial.

En plena Guerra Fría, las naciones europeas solían dedicar entre el 3,5% y el 4% de su PIB a defensa. Según algunos analistas militares, para estar preparados para la batalla puede que necesiten gastar al menos otro 1% del PIB, o casi 200.000 millones de euros.

El coste añadido puede no conducir a una brutal elección entre armas o mantequilla (defensa o gasto social). En una época de restricciones presupuestarias, seguiría siendo necesario tomar decisiones políticas y fiscales drásticas.

La muerte de Navalny

Alexei Navalny no se hacía ilusiones sobre lo que le esperaba cuando decidió regresar a su patria en enero de 2021, tras ser tratado en Alemania por un presunto envenenamiento durante un viaje por el extremo oriente de Rusia. Sabía que le esperaban la justicia y la cárcel de su país, con todos los riesgos asociados. Su muerte, tres años después en una cárcel del Ártico ruso, confirma los temores expresados en su momento por su familia y amigos. Pero su muerte debilitará a su enemigo político, Vladimir Putin, aún más de lo que lo hicieron sus acciones en vida.

En todo caso, la estatura de Navalny como principal oponente de Putin había crecido tras ser condenado a repetidas penas de cárcel que sumaban 30 años. Su fallecimiento se produce menos de un mes antes de unas elecciones presidenciales que coronarán a Putin para otro mandato de seis años, con lo que podrá completar su tercera década en el poder. Incluso tras dos años de aumento de las medidas represivas contra las libertades civiles debido a la guerra en Ucrania, los rusos no se hacen ilusiones sobre su democracia. Este año, el Kremlin ha prohibido incluso presentar al candidato democrático simbólico ritual al que suelen encomendar la tarea de recibir el 2%-3% de los votos para dar la impresión de que hay elección.

La muerte de Navalny le convierte ahora en mártir del movimiento democrático ruso. En los próximos días, los rusos pueden o no salir a las calles en masa para protestar por la noticia de su muerte, como hicieron en 2011 tras las elecciones parlamentarias amañadas. Puede que teman demasiado la represión o que estén insensibilizados por los 25 años de régimen. Pero tendrán pocas dudas sobre quién debe ser considerado responsable de la muerte. Y se preguntarán por el rencor obsesivo de un presidente al que le gusta adoptar poses machistas: si es tan fuerte, ¿por qué parece tan temeroso?

La muerte de su oponente también debilitará a Putin entre los pocos amigos que le quedaban en Europa y EE UU. Será difícil seguir siendo putinófilo para los políticos que antes profesaban admiración por él, como Donald Trump, o el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán. También hará más difícil argumentar a favor de hacer negocios con Putin para los empresarios y banqueros occidentales que presionan para que se suavicen las sanciones contra Rusia o esperan que Ucrania negocie con Moscú la pérdida de sus territorios invadidos.

Puede que su muerte no fortalezca la oposición rusa a Putin, como esperaba Navalny. Pero ya está debilitando a su némesis.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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La defensa europea requiere más de 75.000 millones de impulso

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20.02.2024

Objetivo alcanzado. Los europeos están a punto de alcanzar un objetivo de gasto en defensa previsto por primera vez hace 18 años. Este año, los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que no sean EE UU destinarán unos 380.000 millones de dólares, o el 2% de su PIB combinado, a gastos militares, declaró el miércoles el secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg. Esta cifra no compensará 30 años de reducción de los presupuestos de defensa. La guerra de Ucrania, los avances tecnológicos y el temor a que Washington vacile en su compromiso con la defensa europea significan que el objetivo del 2% puede ser solo un suelo.

Los países más próximos a Rusia no esperaron a la invasión de Ucrania en 2022 para aumentar su gasto militar. El presupuesto de defensa de Polonia supera ya el 4% del PIB del país. Los tres países bálticos gastan cerca del 3%.

Entre los rezagados, un grupo de países ricos -Alemania, Italia, España, Países Bajos y Bélgica- no ha reforzado su defensa a lo largo de los años. El año pasado gastaron menos del 1,5% de su PIB colectivo, según la OTAN. Para estos cinco países, alcanzar el 2% exigiría gastar 57.000 millones de euros más este año que en 2023, calculamos. Este sería el grueso de un esfuerzo global que ascendería a más de 75.000 millones de euros, si todos los miembros de la UE de la OTAN cumplieran el objetivo.

Esto plantea dos cuestiones a los Gobiernos europeos: cómo gastar el dinero y cuánto es suficiente.

Gran parte del dinero puede ser necesario para apoyar el esfuerzo bélico de Ucrania. EE UU ha proporcionado a Kiev ayuda........

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