Las posibilidades de redimirse de los mercados de carbono son remotas
EE UU tiene grandes planes para los mercados de carbono. La idea de Washington de una plataforma Aceleradora de la Transición Energética (Energy Transition Accelerator, ETA) se centra en uno de los mayores retos de la financiación de la lucha contra el cambio climático: la necesidad de multiplicar por siete la inversión en energías limpias en el mundo en desarrollo, excluida China, para principios de la década de 2030, hasta alcanzar los 1,9 billones de dólares anuales. John Kerry, el enviado saliente de Joe Biden para el clima, tiene la idea de un mercado viable y a gran escala para el comercio de derechos de emisión. Sobre el papel parece prometedor, pero para que funcione hay que hacer muchas cosas bien.
En los mercados de carbono participan compradores deseosos de adquirir el derecho a emitir una tonelada más de CO2 de vendedores capaces de restringir o absorber las emisiones. Estos sistemas suelen poner en contacto a empresas de países ricos que emiten grandes cantidades de carbono, como Shell, con Estados más pobres que poseen activos que lo absorben, como los bosques tropicales.
Los hay en una infinidad de formas. Los mercados de carbono de cumplimiento, como el Sistema de Comercio de Emisiones (ETS) de la UE, están regulados y a menudo implican que los Gobiernos establezcan cuánto pueden emitir las empresas y las obliguen a adquirir créditos para tener derecho a hacerlo por encima de ese nivel. Los mercados de carbono voluntarios no están regulados en su mayor parte. Suelen comenzar con proyectos como la preservación forestal, que establecen un nivel de referencia de las emisiones que se habrían producido de no existir el proyecto. Cualquier reducción que supere ese nivel de referencia produce créditos que las empresas que deciden compensar sus propias........
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