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Los archivos Epstein: radiografía de la criminalidad y degradación del capitalismo

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20.12.2025

La divulgación masiva de documentos y archivos del magnate financiero Epstein por parte del Departamento de Justicia de EEUU el 19 de diciembre de 2025 no constituye un mero hito judicial: representa una disección histórica en tiempo real de lo que podríamos denominar una decadencia sistémica integral. Al enfrentarnos a la evidencia material contenida en estos archivos, comprobamos cómo el bloque hegemónico dominante ha erigido una superestructura de impunidad donde el derecho penal, lejos de operar como instancia igualitaria, se transforma en herramienta de gestión calculada de riesgos para la oligarquía transnacional. La figura de Jeffrey Epstein no puede entenderse como la de un criminal aislado o excepcional, sino como la de un operador logístico —gestor de recursos humanos y políticos— que facilitó la interconexión orgánica de las élites globales mediante la coacción sistemática y la perversión deliberada de las instituciones. Este proceso de desclasificación forzada, impulsado, más bien, por las contradicciones internas del propio sistema de dominación en EEUU, desvela que el proclamado “Estado de Derecho” no es sino un velo ideológico que oculta una red material de relaciones de poder construidas sobre el compromiso mutuo y el secreto institucionalizado.

Dentro de esta geografía del horror meticulosamente organizada, la simbología capturada en las residencias de Epstein adquiere una relevancia política que trasciende lo anecdótico. La célebre pintura de Bill Clinton ataviado con vestido azul y tacones rojos no es una simple extravagancia decorativa: constituye la representación icónica de la captura efectiva del poder político formal por parte del capital financiero en su expresión más abyecta. Esta obra simboliza la domesticación del líder político, reducido a objeto de escarnio y control dentro de los salones privados de la oligarquía financiera. Al exhibir semejante pieza, Epstein no solo parodiaba la institución presidencial, sino que afirmaba materialmente la primacía de su red sobre cualquier pretensión de soberanía democrática. La imagen funciona como dispositivo pedagógico dirigido a otros miembros del círculo: el poder real reside aquí, no en los despachos del ala oeste de la Casa Blanca.

Del mismo modo, la presencia recurrente de Michael Jackson en los registros de vuelo del denominado Lolita Express y en las crónicas testimoniales de la época ilustra cómo la industria cultural de masas opera para normalizar la proximidad con el exceso y naturalizar la transgresión. Jackson, figura paradigmática de una lumpen-aristocracia del espectáculo —arraigado en la clase trabajadora negra pero elevado a estratos de consumo oligárquico—, servía como elemento simultáneo de distracción mediática y validación social. Su presencia permitía que la red de Epstein se mimetizara........

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