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Animalitos

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04.04.2024

En los tiempos que corren, tiempos de crisis y decadencia, es recomendable desarrollar ciertas habilidades necesarias para disfrutar de una vida tranquila, provechosa y sin grandes inconvenientes.

Resulta muy necesario salir a la calle bien pertrechados con altas dosis de prudencia y prevención. Alcanzar el éxito de una plácida existencia en estos tiempos convulsos dependerá en gran medida de la coraza que cada uno pueda agenciarse así como del desarrollo de ciertas aptitudes no incluidas en los currículum académicos. Ni doctores en derecho, ni cátedras de antropología, ni maestros de carpintería han sido prevenidos en el arte de la distinción entre seres sintientes y animalitos de dos patas. De ahí la grave confusión que está perjudicando al normal desarrollo de las relaciones sociales, llegando a afectar a la salud mental de aquellos que tienen mente.

Podría empezar esta humilde disertación con la distinción entre una vaca lechera y un cerdo empinao. Aunque tal comparación pudiera causar estupor entre el respetable, lo cierto es que la vaca lechera está en riesgo cierto de fenecer por haber sido confundida reiteradamente con el cerdo empinado. La controversia es de plena actualidad.

El Vicepresidente de Ashotel, don Gabriel Wolgeschaffen calificaba de tormenta perfecta la ola de convocatorias de manifestaciones a favor de las islas y en contra de la masificación turística en Canarias, y para fundamentar el motivo de su preocupación el célebre señor Gabriel añadió una frase que debe quedar en los anales de la historia por elocuente y certera: “la vaca que da leche hay que dejarla tranquila”.

Efectivamente, a la vaca pasta pacíficamente, genera leche, carne y contribuye al mantenimiento de prados y montes hay que dejarla tranquila. Una industria turística que se hubiese desarrollado en términos de calidad, sosteniblidad y preservación del medio podría haberse calificado como vaca lechera. Sin embargo, la vaca ya ha sido exprimida y agoniza de sobreexplotación, mientras que en el sector lo que abunda es el ejemplar conocido popularmente como cerdo empinado (dícese del gorrino que por azares del destino, se levantó sobre sus dos patas y así se quedó, creyéndose el cerdo más elegante, estirado y majestuoso de la piara). Es importante resolver la controversia entre la vaca y el cerdo empinao, pues éste, a pesar de su empinamiento, sigue comportándose como un guarro y es capaz de comerse a sus semejantes mientras goza feliz en el lodazal.

Es evidente que, en su momento, tuvimos al alcance de la mano una vaca lechera, pero no la........

© Canarias Ahora


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