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El recuerdo imborrable del golpe de Estado contra Allende

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11.09.2024

El golpe del 11 de septiembre de 1973 encabezado por el general traidor Augusto Pinochet empezó matando, deteniendo, fusilando, ejecutando y torturando a miles de hombres y mujeres de los sindicatos y partidos democráticos de la coalición de la Unidad Popular chilena. La dictadura militar-fascista de Pinochet inició una cruelmente antidemocrática dictadura que se arrastró 17 años, que dejó más de 40.000 víctimas, entre ellos más de 3.200 ejecutados, de los cuales un millar de nombres aún sigue entre las listas de desaparecidos.

Aquel año 1973 en la España oficial de Franco no se pudo contener la satisfacción, sobre todo porque presentía la estrecha relación del Caudillo con el feroz Pinochet. Pinochet no conocía personalmente a Franco, pero le admiraba profundamente. Al día siguiente del golpe del 11 de septiembre no perdió tiempo para escribirle una carta, anunciándole el envío a Madrid de un nuevo embajador, el general retirado Francisco Gorigoitía Herrera. El mismo Pinochet viajaría a Madrid para asistir al funeral del que parecía ser su modelo de dictador, en noviembre de 1975. Pinochet fue el único jefe de Estado, junto con Rainiero de Mónaco y el rey Hussein de Jordania en viajar a Madrid. Los mandatarios democráticos se abstuvieron de dar el pesame a los todavía fascistas herederos de Franco, lo cual incluía a don Juan Carlos de Borbón. Pinochet dijo que su visita era para “rendir homenaje a este guerrero, que sorteó las más fuertes adversidades”. Su foto sentado junto a Imelda Marcos -la esposa del dictador filipino-, de uniforme y con una opulenta capa gris, fue una de las imágenes del funeral en la Plaza de Oriente.

Antes de regresar a Chile, Pinochet visitó el Valle de los Caídos. En el vuelo de regreso hizo escala de cinco horas en Canarias, donde fue protocolariamente recibido por el entonces gobernador civil en funciones de Gran Canaria, don Lorenzo Olarte, al que le confesó su admiración por el Valle de los Caídos y confesó también su deseo de que le construyeran algo parecido a él en Chile. Sus deseos no se han cumplido, a pesar de que el Ejercito chileno no ha sido totalmente democratizado, y resulta peligroso ir a escupir sobre su tumba.

El 2 octubre de 1975, ante una nueva condena de la ONU contra el régimen franquista por los fusilamientos de cinco integrantes de ETA y el FRAP, Pinochet escribió a Franco: “Ante la infame campaña internacional que enfrenta España (…) estoy cierto que de esta dura prueba emergerá una España aun más fuerte, unida y respetada por la fortaleza de sus convicciones y la reciedumbre de sus actitudes y abrigo la esperanza de que en el futuro se valorizará mejor el esfuerzo de los pueblos de carácter para forjar su destino propio”.

Los pueblos de carácter desgraciadamente no siempre pueden forjar su destino debido a la existencia de oligarcas y de militares sin escrúpulos que se creen los únicos dueños del destino de los pueblos en que viven. En 1973 yo tenía 23 años y había pasado varias veces por las comisarías y cárceles franquistas y en la emoción e indignación que me produjeron las noticias del momento estuve durante algún tiempo, a poco del triunfo del golpismo fascista, dando vueltas a la idea de ir al Chile sometido a Pinochet para ayudar- pensaba yo en solitario e ingenuamente- con mis experiencias de lucha clandestina a las fuerzas antifascistas que no tenían tal experiencia debido a los........

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