El negocio de los chicos
Todos sabemos que, cuando la próxima elección presidencial se acerque, junto a los candidatos que realmente van por el triunfo, van a aparecer algunos candidatos sin chance alguna que. No obstante ello, figurarán en la planilla del voto de la primaria.
Una pregunta siempre presente es ¿para qué presentarse a una elección en que la derrota está asegurada? Parece absurdo hacerlo, pero detrás de esas candidaturas de relleno existe una lógica que es fruto de la imperfección de nuestro sistema electoral.
Basta con examinar la historia reciente de nuestro país para constatar que el precio que pagan los partidos que no llevan candidato propio a la elección presidencial es muy alto en términos de poder político. De hecho, la decadencia de algunos partidos otrora muy importantes se debe, en gran parte, a su ausencia en la lucha por la presidencia en reiteradas ocasiones.
Mecanismos para evitar la intrascendencia
Ejemplo notable de ello es el del Partido Demócrata Cristiano, que desde la presidencia de Eduardo Frei Ruiz Tagle en los años noventa no ha vuelto a presentar un candidato potente en las elecciones presidenciales.
Esa falta de candidato de verdad se paga generalmente con disminuciones del poder parlamentario, provincial y comunal. De esa manera, los partidos chicos buscan competir en la presidencial, aunque sea sin ambiciones de triunfo, porque ello seguramente se traducirá en una mayor votación en la simultánea elección de autoridades menores.
La otra forma de defenderse de pasar a la intrascendencia es la de incorporarse a pactos electorales que aseguren, a lo menos, una representación mínima.
De ese cálculo surge lo que puede llamarse el negocio de los chicos. Si esos partidos logran una votación presidencial de algún volumen significativo (digamos un tres o cuatro por ciento a........
© BioBioChile
visit website