El infeliz matrimonio entre Milei y el conocimiento
El Foro Económico Mundial de enero pasado fue testigo de dos momentos sorprendentes que sacudieron algo de la molicie y rutinaria previsibilidad característica. Un encuentro que reúne anualmente, en la ciudad suiza de Davos, a líderes políticos, empresas, organismos internacionales de crédito, sociedad civil y medios de todo el mundo para trabajar sobre lo que ellos llaman "los principales desafíos globales". Se trata de la cúspide de la pirámide del privilegio mundial. El primer momento se inició con la carta titulada "Proud to pay more" suscripta por 250 multimillonarios de 17 países que llaman la atención sobre la colosal desigualdad social, cuya solución no puede encontrarse en donaciones puntuales o en la filantropía y reclaman que los estados graven a los muy ricos, como los propios firmantes, algunos como Abigail Disney o Valerie Rockefeller, personificaciones evidentes de la concentración absurda de la riqueza. En ella señalaron que la solución no reside en donaciones esporádicas o en la filantropía, sino en gravar a los muy ricos, lo cual no afectaría sustancialmente su nivel de vida ni el crecimiento económico de las naciones, pero convertiría la riqueza improductiva en una inversión para el futuro democrático común. El historiador neerlandés Rutger Bregman enfatizó en su intervención la necesidad de dejar de hablar de filantropía y comenzar a hablar de impuestos, comparando la situación con estar en una conferencia de bomberos donde nadie pudiera hablar del agua. Asimismo, la ONG Oxfam denunció que la brecha social se ha ampliado significativamente desde la epidemia de coronavirus, citando el aumento del 114% en términos reales de las fortunas de los cinco hombres más ricos del mundo (que no suscribieron la carta) entre ellos Elon Musk y Jeff Bezos. Ningún participante del Foro cuestiona el mercado, la propiedad privada o las relaciones capitalistas de producción. Por el contrario, quieren reproducirlas ampliadamente con estabilidad e inclusive perpetuación. La explotación no está puesta en duda, tan solo el equilibrio eficaz que realimente los beneficios.
El segundo momento, especularmente inverso, fue protagonizado por el Presidente Milei quien fue uno de los varios jefes de Estado que disertó. Presentado por el Presidente del Foro, Klaus Schwab, quien sostuvo que es una persona extraordinaria, "quizá mucho menos radical de lo que se piensa" y que busca volver a poner a Argentina en el "camino del Estado de Derecho". Ni bien comenzó a leer su perorata, Milei desmintió al alemán y desconcertó a todo el........
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