Hace veinte años unos científicos se presentaron en la Sociedad de Neurociencia de San Diego porque habían logrado que las personas tonificaran sus músculos sin moverlos. Sin esfuerzo físico. Aquel experimento podía haber mandado al paro a los entrenadores personales, pero no lo ha hecho. Te cuento el porqué.

Guand Yue capitaneaba un equipo de fisiólogos en la Fundación Clínica de la Universidad de Cleveland cuando apostaron a que podían entrenar a personas que padecían una lesión en el dedo meñique para que, enviando impulsos eléctricos a los músculos del dedo, pudieran recuperarse. El resultado fue excelente: lograron que el cerebro, a través de las neuronas motoras, contrajera el músculo sin que el paciente lo moviese. El siguiente paso fue preguntarse ¿funcionaría con músculos de mayor tamaño y sin que hubiera dolencia?

La curiosidad del científico es lo más parecido a la curiosidad infantil. Los niños no se sabotean diciéndose “eso no es posible, es muy difícil, seguro que lo han intentado antes y no va a funcionar”, sino que prueban qué hacer y, si no logran........

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