Encantada de servirle
Llamémosla María. Lleva en la trasera de su coche, en un lugar bien visible, una pegatina que dice "Mujer tenías que ser". Cuenta que la luce orgullosa porque como todo tiene su cara y su cruz, esa frase que suele emplearse con desdén, también puede exhibirse con honra. Claro que es mujer y taxista. La mejor profesión del mundo porque le permite conocer a las personas y eso es un privilegio, confiesa.
Me he montado en su taxi huyendo de una caótica estación de Atocha donde los clientes y los vehículos del servicio público están en gresca permanente. Debo de tener una tendencia evitativa potente porque rehúyo el conflicto, en especial si estoy cansada, y hubiera arrastrado metros y metros mi trolley con tal de no pelearme por un coche. “Yo he dejado de prestar servicio en la estación porque aquello parece un diálogo de sordos. Con lo fácil que sería organizar una fila doble e indicar a los usuarios que elijan los coches de fuera hacia dentro. Sentido común y un........
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