La regeneración como caballo de Troya contra la prensa independiente
“A Bonaparte nunca le gustó la libertad de prensa. Pero promovió instrumentos periodísticos para sus fines políticos y militares” (Giuliano Gaeta, Storia del giornalismo). No conozco a ningún político al que le haya preocupado en serio la protección de la independencia de los periodistas. A ninguno. Son en cambio legión los que, desde que formalmente existe en España la libertad de prensa, han empleado todo su talento en encontrar el mejor modo de controlar a los medios y a sus profesionales.
No es un lamento. Ha sido siempre así y seguirá siendo así. La tensión entre políticos y periodistas es un síntoma de buena salud democrática. La alarma salta cuando los primeros, sobre todo si están en el Gobierno, llegan a la conclusión de que la prensa, al igual que el poder judicial, ha de someterse al control del poder soberano del pueblo, en su versión partidista y restringida. Como si la prensa fuera un poder más y no lo que es, un contrapeso, un contrapoder; el más importante de los contrapoderes existentes en una verdadera democracia.
La enfangada e indiscriminada campaña gubernamental contra los medios críticos -perfectamente distinguibles de las fábricas, que existen, de fake news- es el resultado de un poder político cuyas contradicciones y debilidades conforman una realidad incompatible con una prensa que se tome en serio su misión. Probablemente alguien ha llegado a la........
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