Necesitamos hombres que nos miren a los ojos
Todas las historias de esta columna están basadas en hechos de la vida real. Los personajes, aunque quisiera, no son producto de la ficción.
La reunión llegó a su punto final. El hombre de la agencia terminó de exponer su portafolio de servicios. En la sala éramos cuatro personas: dos de mis compañeros de trabajo, el ciudadano y yo. “¿Qué pensás, hermano?, ¿te gusta lo que ves?”, le preguntó a uno de mis coequiperos, quien, a su vez, respondió:
En otra dimensión – puede ser una sala de juntas – una mujer a la que admiro explica con detenimiento un proceso organizacional. Encuentro genialidad en todo lo que dice; pero, si no fuera por otras tres mujeres, parecería estar sola en esa comprensión. Otra persona, un hombre, dice exactamente lo mismo que ella acaba de........
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