No llores por mi gas, Argentina
Después de 52 años de relaciones comerciales en torno al gas natural, Bolivia ha dejado de exportar este recurso a Argentina, lo que implica una pérdida significativa en términos de ingresos tanto por exportaciones como por impuestos y regalías derivados de esta actividad. Estos ingresos representaban una parte importante del presupuesto nacional (Gobernaciones, municipios, universidades), especialmente en una economía con un sector externo y fiscal ya debilitados. A pesar de ello, el gobierno boliviano afirma que el impacto será nulo. Alquilará sus gasoductos y el gas sobrante del contrato con Argentina se le venderá a Brasil. Sin embargo, tanto la microeconomía de este nuevo negocio como la geopolítica del gas natural en la región sugieren un panorama mucho más complejo.
Desde una perspectiva microeconómica, el cambio de rol de Bolivia en el negocio del gas implica que ahora actuará como intermediario, transportando gas argentino hacia Brasil. Sin embargo, la capacidad de transporte de los ductos en Bolivia y la caída en la producción de gas complican esta propuesta, añadiendo una nueva dimensión a la competencia entre el gas boliviano y el argentino.
El gasoducto boliviano que conecta con Brasil tiene una capacidad máxima de transporte de 30 millones de metros cúbicos por día. Esta limitación presenta un desafío logístico significativo, ya que ambos países, Bolivia y Argentina, estarían utilizando la misma infraestructura para llevar gas al mercado brasileño. En términos prácticos, esto significa que la competencia por el espacio en los ductos será intensa y puede limitar los volúmenes de gas que Bolivia puede exportar.
La situación se agrava aún más debido a la notable caída en........
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