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La historia patria como religión civil

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01.04.2024

México, la nación doliente. Imágenes profanas para una historia sagrada

Tomás Pérez Vejo

Grano de Sal/Secretaría de Cultura/INAH

Ciudad de México, 2024, 376 pp.

En “Arte, modernidad y nacionalismo (1867-1876)” (1967), pionero artículo de Jorge Alberto Manrique en Historia Mexicana, se sostenía que el arte mexicano posterior a la Reforma había sido fundamentalmente cristiano y clasicista. En contra de lo que cabría esperar de una modernización liberal y laica, los pintores mexicanos, la Academia de San Carlos y los propios coleccionistas –también coleccionistas de arte prehispánico como Felipe Sánchez Solís y Gumersindo Mendoza– cultivaron una idea del arte heredada de las antiguas Grecia, Roma y el Renacimiento italiano, y temáticamente volcada a la historia sagrada.

Esto fue así hasta un momento preciso, cuando “Cuauhtémoc desplazó a Cristo”, como narra con elocuencia Tomás Pérez Vejo en su libro La nación doliente. Imágenes profanas para una historia sagrada. Entonces, sin mayores alteraciones del canon estético clasicista, la trama de la pintura de fines del siglo XIX comenzó a girar en torno a la historia indigenista y patriótica, como se observa en la obra de artistas como José Obregón, Rodrigo Gutiérrez, Tiburcio Sánchez de la Barquera, Luis Coto, Félix Parra y Leandro Izaguirre.

Hasta un liberal resuelto como Justo Sierra llegaría a afirmar que, con sus grandes lienzos religiosos, la llamada “escuela mexicana” de pintura no hacía más que confirmar la “actualidad del cristianismo”. Esa búsqueda de una antigüedad propia........

© Letras Libres


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