Las palabras que no pasarán
Demasiadas palabras volvieron loco a don Quijote. Su presencia, desmedida y sin control, almacenada dentro de los libros, como la pólvora acumulada al descuido en un arsenal, tuvo graves efectos. Innumerables palabras, vertebradas en sintáctica formación de combate, penetraron en su cerebro y lo embrujaron. Ama y sobrina temieron que su señor se convirtiera en poeta. Ya no sólo en lector, sino además en un forjador de versos sometidos a la matemática del ritmo y de la métrica. Para ello no hubiera habido cura posible. La potencia de la palabra es notable. Seamos cautos, porque es un poderoso elixir. Grisóstomo, el enamorado víctima de Marcela hasta la locura, fue al final de su agonía un cumplido poeta. El anónimo humanista, que acompañó a don Quijote hasta la cueva de Montesinos, también estaba a punto de enloquecer por excesivo amor a las letras. Por todas partes veía etimologías, siempre encontraba propicias ocasiones para versificar y para componer nuevas metamorfosis. Quería ser un renacido Ovidio.
Don Quijote no fue el único a........
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