Relecciones gallegas
«Relecciones» porque en realidad es una repetición de lecciones ya conocidas, así que le robamos el título a Francisco de Vitoria: relecciones de las elecciones gallegas.
Ante todo, no perdamos de vista el contexto general, el movimiento de la política española en el tiempo y en el espacio, a saber: la progresiva disolución del hecho nacional español en una suerte de liquido confederal donde los agentes locales no sólo ganan fuerza de hecho sino que, además, crean sus propias redes de poder, redes que, por su propia naturaleza, tienden a autoconservarse y crecer. Para autoconservarse y crecer, adoptan cuantos instrumentos de exclusividad tengan a mano. El instrumento de la «lengua propia» sólo es uno de ellos, porque esto no ocurre únicamente en las regiones gobernadas por nacionalistas más o menos separatistas, sino en absolutamente todas, gobierne quien gobierne: es una dinámica propia del sistema, más fuerte incluso que las opciones ideológicas. Precisamente Galicia, la Galicia del PP, es un buen ejemplo de este proceso. Y ahora vayamos a las relecciones.
1. La fórmula Fraga sigue siendo eficaz. El PP, en Galicia, asienta sus mayorías en una fórmula que inventó Manuel Fraga y que todavía funciona: hacer que el Partido Popular capitalice buena parte del sentimiento localista gallego. Dicho de otro modo: el PP, en Galicia, es a la vez la vieja Alianza Popular y Convergencia i Unió. Alcalá Zamora le reprochaba a Cambó que quisiera ser Bolívar en Cataluña y Bismarck en España (o sea, jugar en un sitio a libertador regional y a hombre de Estado en el otro). Fraga consiguió el prodigio de serlo: el PP gallego neutralizó cualquier intento de crear un nacionalismo de derechas. No cabe duda de que el invento funciona en términos electorales. La cuestión es saber si........
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