El sanchismo como burbuja narrativa
A medida que Pedro Sánchez intensifica su perfil de tirano posmoderno, gana urgencia la pregunta acerca de sus fieles. Porque, en efecto, Sánchez tiene sus fieles. Nunca han sido mayoría, pero siempre ha habido un nutrido grupo de españoles dispuesto a secundar al líder hasta donde haga falta. En su firme determinación no hace mella la mentira, la traición, la contradicción ni la incompetencia. Da lo mismo que mienta a plena luz sobre sus propósitos, que pacte con una gente que hasta hace poco mataba (también mataba socialistas), que venda literalmente el país a un grupo supremacista condenado por la justicia, que anuncie la solemne consagración de la desigualdad como norma de organización territorial o que los casos de corrupción le salpiquen hasta la altura de las ingles. Todo eso no importa. Lo que importa es que el presidente «está buenísimo», como proclamó con insuperable estulticia cierto diputado madrileño de nombre irrelevante. Pero nos engañaríamos si pensáramos que los fieles del Supremo son sólo los necios (porque necios, ciertamente, los hay en todas partes). Por el contrario, entre los más vehementes sanchistas encuentra alguna gente de formación razonable y no poco mérito personal. ¿Qué lleva a alguien así a cerrar los ojos a la evidencia?
La respuesta es narrativa. La izquierda ha construido (no sólo en España, pero muy palpablemente aquí) una especie de burbuja narrativa impermeable, ajena a cualquier comunicación con el exterior, que se alimenta a sí misma y en cuyo interior........
© La Gaceta
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