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Fracasó la ocurrencia de la descentralización

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29.05.2024

Una de las cosas que prometió desde su campaña y que repitió ya como presidente Andrés Manuel López Obrador fue un ambicioso e inédito plan para descentralizar a las dependencias de la Administración Pública Federal, a las cuales, dijo, sacaría de la Ciudad de México para mandarlas a distintos estados y ciudades de la República, como una forma no sólo de disminuir el centralismo histórico y nocivo en el país, sino también para fomentar el crecimiento económico y la diversificación de empleos en varias regiones de México.

“¿Qué se quiere con la descentralización y con otras acciones? Que todo el territorio nacional pueda crecer parejo. No es justo ni recomendable que toda la inversión pública y privada se concentre sólo en algunas regiones del país, y si se quiere que haya inversión en todo el país, por eso la descentralización del gobierno”, dijo López Obrador el 9 de julio de 2018, cuando aún era presidente electo.

La idea no era mala y en su momento le sirvió incluso para ganar votos, porque les dijo a muchos mexicanos del interior de la República, que crecieron repudiando el viejo centralismo de la era priista, que por primera vez un Presidente apostaría por llevar a las regiones y entidades federativas las distintas dependencias federales que, según su vocación, llevarían todos sus empleos, sus actividades y sus recursos económicos, a ciudades en las que hacía falta trabajo y el dinamismo económico que representa el gasto público de varias de esas dependencias.

Pero el plan real con el que se echó a andar esa descentralización fue, como casi todas las acciones de este gobierno, improvisado, sin estudios técnicos, de factibilidad y sin la planeación presupuestal, administrativa y hasta laboral que requería un movimiento de ese tamaño para la administración federal y sus funcionarios y trabajadores. En ciudades como Chetumal, Acapulco y Ciudad Obregón se esperaba con ansías la llegada de la Secretaría de Turismo en la capital quintanarroense, la Secretaría de Salud en el caso del necesitado puerto de Guerrero y de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural en el agroindustrial y abandonado Cajeme del Sur de Sonora.

Pero todo fue demagogia y discurso de campaña; ante la ausencia de una planeación real que tomara en cuenta cosas tan básicas como el posible traslado de cientos de miles de burócratas federales y sus familias que viven en la Ciudad de México y a las que pretendían obligar a mudarse a otras regiones del país, el plan obradorista naufragó en el desorden, la simulación y el incumplimiento. Apenas algunas oficinas de la Secretaría de Educación se abrieron en Puebla,........

© El Universal


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