La batalla de la esperanza
Se acaba el año y, con él, cerramos un capítulo más de esta larga historia que juntos hemos escrito domingo a domingo. Treinta años después de iniciar esta travesía, me permito una pausa temporal para mirar hacia atrás, hacia el camino recorrido. Lo que encuentro no son solo cifras, teorías o estadísticas. Lo que encuentro son rostros, abrazos y la memoria viva de más de 5.000 estudiantes y me atrevería decir por lo menos 1.000.000 de lectores que, desde sus trincheras, siguen peleando la buena batalla de la esperanza. Concentrémonos en el tema educativo. La pasión de mi vida.
No es poca cosa. Cada una de esas vidas transformadas por la educación es, en sí misma, una pequeña revolución. Tal vez nunca lo habíamos puesto en números, pero hagamos un ejercicio de esos que tanto nos gustan a los economistas. ¿Qué pasa si asumimos que cada uno de esos profesionales que ayudamos a formar aporta, en promedio, 10.000 dólares anuales a la economía nacional? Pues resulta que, en tres décadas, hemos generado un capital humano equivalente a 1.500 millones de dólares. No está mal para un ejército de soñadores.
Pero, seamos francos, las cifras solo cuentan parte de la historia. Porque la verdadera riqueza no está en los billetes, está en las ideas. Está en cada negocio que abrió sus puertas, en cada empresa que sobrevivió a la tormenta, en cada familia que pudo mirar el futuro con menos miedo. La esperanza no se imprime en papel moneda, se siembra en los corazones. Y eso, no tiene precio ni tipo de cambio.
Ahora hablemos de mis artículos en la prensa nacional. Desde esta trinchera académica, la........© El País
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