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EL ESTRÉS DE FÍN DE AÑO

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16.11.2025

Uriel Escobar Barrios, M.D.

El fin de año suele asociarse con alegría, celebraciones, balances personales y reuniones familiares, pero también es una de las épocas donde con más frecuencia se incrementan los niveles de estrés psicológico. Este fenómeno no es casual: es el resultado de la convergencia de factores biológicos, emocionales y sociales en un periodo muy corto, lo que exige al organismo un esfuerzo adicional para adaptarse. Aunque muchos lo interpretan como algo “normal” o inevitable, reconocer su origen y su impacto es un primer paso para afrontarlo con salud y claridad. En el plano biológico, el cuerpo responde a la presión típica de estas semanas mediante la activación del eje del estrés, liberando cortisol y adrenalina. A esto se suma la interrupción de rutinas de sueño, alimentación y actividad física. Cambios aparentemente pequeños —acostarse más tarde, aumentar el consumo de alcohol, reducir las horas de descanso— pueden incrementar la irritabilidad, afectar la concentración y disminuir la tolerancia a la frustración. La sobreestimulación sensorial de las celebraciones, especialmente en personas con vulnerabilidades previas como trastornos de ansiedad o del estado de ánimo, contribuye a que el organismo se mantenga en un estado de alerta prolongado.

En el plano emocional, diciembre es un mes que despierta sentimientos intensos y, a veces, contradictorios. Mientras algunos viven la temporada con alegría, otros enfrentan duelos, recuerdos dolorosos o la sensación de no haber cumplido las metas propuestas. El cierre del año suele traer consigo........

© El Diario